Por Pilar Fernández, Socia de Aprende a Pensar al Revés Tal vez hayas oído hablar de Melanie Perkins, fundadora de Canva, una plataforma online para hacer diseños de manera sencilla sin tener que aprender a manejar herramientas de diseño más complejas como Photoshop. El otro día publicarón un artículo sobre ella y nos llamó la atención el titular Melanie Perkins quiso "resolver un problema real" con 19 años y terminó creando una empresa de 1.000 millones de dólares Melanie Perkins, como muchos emprendedores de éxito, se enfrentó a un problema en su vida cotidiana que afectaba a muchas personas y decidió encontrar la forma de resolverlo. Quizá uno de los puntos más complejos cuando hablamos de innovación es ser capaz de hacer preguntas esenciales. Nosotros las llamamos preguntas difíciles (ya hablamos de ellas aquí) porque en su enunciado queda explícito a que te enfrentas cuando quieres profundizar en una realidad concreta. Las preguntas difíciles cuestionan el paradigma existente, ofrecen una visión al que las escucha y un camino para empezar a resolverlas. Cuando nos hacemos una pregunta difícil hay que cuestionarse lo siguiente: La pregunta: ¿La podemos formular de otra forma? Los datos: Tendemos a pensar que los datos nos aportan información neutra, pero detrás de todos ellos hay una elaboración y hay que conocerla, determinar si son exactos y verificarlo, si hay otros datos que no estamos considerando. La experiencia: La realidad se analiza a través de la experiencia de quién realiza la pregunta, ¿cómo influye está experiencia?, ¿está cuestionando un paradigma o es una anécdota? ¿es sólo un punto de vista? Los conceptos: Los conceptos qué están detrás de nuestras preguntas, son conceptos sólidos o suposiciones. Las conclusiones: Hay que ser capaz de razonar la conclusión, y ver si hay posibles alternativas. Son las preguntas difíciles las que nos permiten crear nuevo conocimiento y por tanto resolver ‘los problemas reales’ de una manera diferente, aportando un valor no esperado y apreciado.
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La semana pasada os contábamos por qué el design thinking es una metodología muy relevante para la innovación. En este artículo, repasaremos los 5 pasos del design thinking que son la base de la metodología y son los que nos permiten avanzar en el diseño de nuestras soluciones desde la perspectiva del cliente. Cada paso cuenta con una variedad de técnicas, dinámicas y herramientas que elegiremos/adaptaremos a las necesidades del proyecto en el que estamos trabajando. PRIMER PASO: EMPATIZAR El primer paso que debemos dar para saber qué necesita un consumidor/cliente es conocerlo. No es suficiente hacer estudios de mercado o realizar entrevistas, es necesario profundizar en esta relación. De esa forma, conseguiremos conocer las verdaderas motivaciones personales de nuestro cliente y entendiéndolas y haciéndolas nuestras, conseguiremos acertar en el resto del proceso creativo. Para este primer paso, una herramienta que nos gusta especialmente por su sencillez y los resultados que consigue es el mapa de empatía, aunque existen muchas otras herramientas a nuestra disposición. El mapa de empatía es una herramienta que nos permite pasar de segmentos de clientes a personas, para conseguir una mejor comprensión de quiénes son los clientes y su entorno, en qué emplean el tiempo, cuál es la propuesta de valor que esperan de nosotros y cuánto están dispuestos a gastar por ella, qué tipo de relación están dispuestos a establecer y a través de qué canales, y qué influye en su comportamiento, entre otras cosas. SEGUNDO PASO: DEFINIR El segundo paso una vez hayamos entendido a nuestro cliente es el de definir el problema y centrar nuestro objetivo. La información que hayamos conseguido con el primer paso nos ayudará a enfocar el trabajo desde una y otra perspectiva y dónde está el valor y los obstáculos. Tanto si queremos lanzar un nuevo producto o resolver un reto interno, esta fase ayuda a focalizar en los retos concretos para los que buscaremos una solución innovadora. Para este segundo paso nosotros solemos utilizar en los programas y talleres el canvas de propuesta de valor (value proposition canvas) porque es una herramienta que ayuda a definir el problema que estamos intentando solucionar y hacer un análisis más extenso de quién es nuestro cliente, sus hábitos, qué problemas reales tiene y qué beneficios consigue al consumir nuestros productos. TERCER PASO: IDEAR El siguiente paso una vez que hayamos identificado el cliente con sus problemas, hábitos y necesidades es empezar a pensar en soluciones. En este paso es fundamental tener la mente abierta y olvidarnos de nuestras reticencias porque, aunque algunas cosas nos resulten sorprendentes, el proceso de design thinking es lo que nos va a ayudar a salir de la zona de confort que siempre nos lleva a proponer las mismas soluciones o estrategias. La innovación no es un proceso fácil u obvio, ya que nos obliga a tener una visión abierta y apostar por soluciones diferentes. Tenemos que aceptar que todos los puntos de vista son válidos y posteriormente agrupar, ordenar y más adelante descartar las ideas que no solucionen nuestro problema. Hay muchísimas herramientas de ideación, desde las tormentas de ideas hasta la ideación en base a preguntas. En APR solemos utilizar una técnica de ideación en base a preguntas difíciles que, con un facilitador experimentado, permite aprovechar el conocimiento funcional de las personas para encontrar soluciones diferentes, originales y rompedoras. CUARTO PASO: CONSTRUIR EL PROTOTIPO Este paso del proceso de design thinking es vital porque es el que nos permite convertir las ideas en algo tangible, construir sobre la inteligencia y el conocimiento funcional de los demás y plasmar nuestras ideas en algo concreto y que se puede “tocar”. Los prototipos son una herramienta potente e imprescindible en innovación. Hay muchas maneras de hacer prototipos y existen una multitud de herramientas a nuestra disposición que se adaptan cada una a unas necesidades concretas. En otro artículo nos detendremos en algunas de ellas. Lo fundamental de este paso, sea cual sea la herramienta que utilicemos, es tener un prototipo que podamos enseñar a nuestros clientes/potenciales clientes para validar nuestra solución. QUINTO PASO: EVALUAR El último paso del design thinking y por regla general del proceso de innovación es el de enseñar nuestro prototipo a los clientes para comprobar si realmente necesitan lo que estamos ofreciendo, si resolvemos su problema y si estarían dispuestos a pagar por nuestra solución. Hasta que no hayamos enseñado nuestro prototipo, saber si nuestra propuesta de valor o solución es acertada se quedará en una hipótesis. Necesitamos la opinión de los clientes y cuanto más feedback mejor enfocaremos nuestra propuesta. A menudo el feedback que nos den nuestros clientes no será que esperábamos y eso no es algo negativo porque nos puede servir para darnos cuenta de que hemos planteado mal la propuesta de valor y necesitamos redefinir mejor la misma. Este paso también sirve con potenciales inversores y compañeros para comprobar que la propuesta se entiende, tiene sentido y convence. Si tienes interés en saber cómo aplicamos el design thinking y otras metodologías en nuestros programas y talleres o en aprender a utilizar estas herramientas, no dudes en ponerte en contacto con nosotros y pedirnos información adicional escribiendo a info@aprendeapensaralreves.com.
La consultora de diseño IDEO fue la gran precursora del design thinking dentro del mundo empresarial. Su CEO, Tim Brown, lo define de la siguiente manera:
“Es una disciplina que usa la sensibilidad y métodos de los diseñadores para hacer coincidir las necesidades de las personas con lo que es tecnológicamente factible y con lo que una estrategia viable de negocios puede convertir en valor para el cliente. Así como en una gran oportunidad para el mercado” ¿Por qué el enfoque del design thinking es tan interesante para la innovación? Por un lado, el design thinking es una forma de resolver los problemas que tiene una serie de cualidades únicas: se centra en las personas, pone el foco en las posibilidades y las opciones y es iterativa. A la hora de crear ideas, la primera pregunta que nos hacemos es “¿Y si cualquier cosa fuera posible? Es una aproximación especialmente efectiva para resolver problemas en un mundo de incertidumbre, ya que la mayoría de las metodologías de resolución de problemas se basan en las previsiones. Lo habitual es que nos enseñen a trasladar datos del pasado y proyectarlos en el futuro, cosa que no funciona muy bien cuando intentamos crear un futuro que no dependa de la información del pasado. El design thinking nos obliga a crear el camino en el futuro mediante un proceso de experimentación y prototipado. Por otro lado, una de las condiciones intrínsecas a la innovación es que haya diversidad tanto de conocimiento funcional como de perfiles para enriquecer el proceso. La diversidad en innovación es clave y para que funcione tenemos que ser capaces de sobrepasar las diferencias y evitar caer en la trampa del “acuerdo menos malo” es decir que en vez de conseguir superar las diferencias, seleccionamos la decisión “menos mala” en la que todo el mundo esté de acuerdo. El design thinking ayuda a tener conversaciones que trascienden y aprovechan las diferencias para encontrar mejores soluciones que las que cada uno podría encontrar de manera individual. Las fases principales del design thinking y por qué es diferente El proceso de diseño se centra en cuatro preguntas básicas, que corresponden a las cuatro etapas del diseño: ¿Qué es? ¿Y si? ¿Qué sorprende? ¿Qué funciona? Qué es se centra en la realidad actual, Y si imagina un nuevo futuro, Qué sorprende toma decisiones y Qué funciona nos lleva al mercado. En las primeras partes del proceso, expandemos nuestro campo de visión de forma progresiva, mirando de la manera más amplia posible para evitar quedar atrapados en nuestra estructura habitual del problema. Después de generar una nueva serie de conceptos, le damos la vuelta al proceso reduciendo de forma progresiva nuestras opciones para quedarnos con las más prometedoras. Otras partes fundamentales del design thinking son la empatía (entender en profundidad a las personas para las que estamos creando el producto/servicio), el ingenio (la capacidad de crear algo nuevo) y la iteración (la voluntad de experimentar y de probar las ideas a menudo para aprender cómo mejorarlas en el tiempo). También requiere que estemos dispuestos a hablar con otros que son distintos a nosotros. No necesariamente significa que tengamos que aceptar cualquier solución pero sí que trabajemos de forma colaborativa sobre un problema y que estemos abiertos a entender porque otras personas se sienten de una forma u otra en vez de intentar vender nuestra solución. Para crear con el design thinking, tenemos que aprender a sentirnos cómodos sin saber cuál es la respuesta y estar abiertos a no saber cuál es la pregunta. Tenemos que tratar todo como si fueran hipótesis. Nos han enseñado desde pequeños que ser inteligentes significa tener la razón y conseguir la confianza para aprender en vez de saber puede ser todo un reto. Para ello nos puede ayudar desarrollar primero una visión del problema basada en hechos y centrada en los clientes. ¿Cómo empresa, qué podemos hacer para integrar el design thinking en nuestras metodologías? Las empresas más exitosas utilizan el design thinking en sus prácticas habituales para llevar a cabo el trabajo y resolver los problemas. Dejan a los empleados que quieren utilizar estas metodologías que experimenten con ellas y que demuestren a los demás que merece la pena tomarlas en serio. Para integrar esa forma de trabajar en el día a día de las personas se requiere tiempo, formación y asesoramiento. Un hackathon de un día sobre design thinking puede ser un primer paso para generar entusiasmo. Pero es solamente el principio de lo que necesitamos hacer. La semana que viene nos detendremos en los 5 pasos del design thinking. En innovación las preguntas son las que crean el camino hacia el futuro, hacia la solución. Las preguntas nos incitan a la acción, focalizan nuestro esfuerzo, por ello es necesario saber distinguir qué preguntas nos pueden llevar más lejos, a la generación de ideas creativas que puedan causar el cambio. Características de las preguntas difíciles: - Son preguntas para las que aún no se conoce respuestas. - Son preguntas simples, claras y penetrantes. - Te invitan a reflexionar en un nivel más profundo Einstein decía “Si yo tuviera una hora para resolver un problema y mi vida dependiera de la solución, gastaría los primeros 55 minutos para determinar la pregunta apropiada , porque una vez supiera la pregunta correcta podría resolver el problema en menos de cinco minutos” ¿Qué preguntas somos capaces de hacer? Un buen ejemplo para ilustrar ese concepto es la historia de Aidan Dwyer, de 13 años, que inventó un sistema de paneles solares que genera más electricidad que los paneles tradicionales en los techos y sin necesidad de moverlos. La pregunta difícil que se hizo Dwyer es la siguiente: ¿Cómo consigo que algo fijo se convierta en móvil? Se fijó en los árboles y el patrón en que están organizadas las hojas y las ramas, y lo copió para construir un sistema de paneles solares ordenados como un roble. Su sistema genera mucha más electricidad, diferencia que se nota especialmente durante el solsticio de invierno, cuando el sol está en su punto más bajo en el cielo. El árbol genera entonces un 50% más energía que un panel estilo techo, sin ajustar su posición ni hacerle ningún cambio. Puedes leer su ensayo aqui ¿Qué nos dice este ejemplo? Si quieres innovar, lo importante es hacerte la pregunta correcta, una pregunta difícil para la que no haya solución obvia. Una vez tengas la pregunta, queda poner el capital intelectual a trabajar (conocimiento funcional profundo) para encontrar respuestas y soluciones. |
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